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El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía conserva una pinacoteca repleta de auténticas joyas, algunas de ellas son muy conocidas a nivel mundial, pero otras, que no lo son tanto, podrían sorprenderte gratamente.

Este fabuloso museo es considerado como el segundo más importante de la capital española, dejando la primera posición al emblemático Museo del Prado. Este hecho no le quita valor ya que, en el año 2017, el Museo Reina Sofía fue incluido en la lista de los museos más visitados del mundo, coronándose con el puesto 17 en el ranking con más de 3,89 millones de visitantes.

Este espacio que fue inaugurado en el año 1992 y está dedicado exclusivamente al Arte Moderno y Contemporáneo, recogiendo algunas de las obras más importantes del siglo XX. Algunas de las más conocidas son el emblemático Guernica de Pablo Picasso, el rompedor El Gran Masturbador de Salvador Dalí  o la belleza de La Casa de la Palmera de Joan Miró.

 

10 cuadros sorprendentes que seguramente desconocías, del Museo Reina Sofía

Entre tanta joya artística se encuentran algunas de las obras más conocidas a nivel mundial, esas que todos estamos deseando ver, descubrir y disfrutar en vivo y en directo. Pero también podemos encontrar otros cuadros no menos valiosos y que, sin lugar a dudas, son un regalo para nuestros sentidos. Hoy hablamos de 10 obras artísticas de diferentes pintores, las cuáles nos parecen auténticas maravillas y te recomendamos que, en tu visita al museo, no pases de largo.

Un mundo, de Ángeles Santos

En 1929 Ángeles Santos era una joven y desconocida pintora, que llegó a causar sensación con su obra Un mundo en el madrileño Salón de Otoño. Se trata de un gran lienzo de 3 x 3 metros, pintado al óleo en la ciudad de Valladolid. Estamos ante una pintura moderna, original y sorprendente, inspirada por los versos de Juan Ramón Jiménez y en el arte vanguardista. Podemos encontrar un lugar fantástico y repleto de simbolismo, que contiene todos los mundos vividos por la artista.

«En el Salón de Otoño, que es como submarino del Retiro, náufrago de hojas y barro, ha surgido una revelación: la de una niña de diez y siete años. Ángeles Santos, que aparece como Santa Teresa de la pintura, oyendo palomas y estrellas que le dictan el tacto que han de tener sus pinceles».

Ramón Gómez de la Serna.

 

Sonia de Klamery (echada), de Hermen Anglada Camarasa

Cuando el artista llega a París por primera vez, en el año 1897, sus obras de arte comienzan a presentar una gran influencia de artistas internacionales como Gustav Klimt, Van Dongen o Toulouse Lautrec. Pero no se trata de la única influencia en su llamativo estilo artístico, sino que también la llegada de los ballets rusos de Diághilev con los bailarines Nijinsky y la Pávlova que revolucionaron gustos y costumbres, impactó profundamente en la mirada de Anglada Camarasa y en su obra, a la que comenzó a dar brillo y multicolor. El concepto plástico que podemos observar en Sonia de Klamery (echada), un óleo sobre lienzo de 187 x 200 cm, está basado en la preferencia del color, aplicado con abundancia de materia, logrando dividir con ritmos lineales el espacio pictórico de la obra.

Cuando paseas junto a esta fabulosa obra, el misterio y la sensualidad que contiene te atraen inesperadamente. La belleza de sus colores, el majestuoso pavo real, la armonía de sus elementos, la gran cantidad de detalles y la lindeza de la figura femenina, no pasan desapercibidos.

 

Uranium and Atomica Melancholica Idyll (Idilio atómico y uránico melancólico), de Salvador Dalí

La obra de Salvador Dalí es fácilmente reconocible gracias a su método paranoico-crítico. El artista se caracteriza por manipular imágenes convencionales, mezclándolas entre sí o descomponiéndolas, jugando con la composición de sus elementos y logrando crear figuras que contienen otras figuras. En su óleo sobre lienzo de 66,5 x 88,5 cm, Idilio atómico y uránico melancólico (1945), descubrimos el impacto de la explosión de la bomba atómica en Hiroshima que conmocionó al artista. Seguramente esta no sea la primera pintura que te venga a la mente cuando piensas en Dalí, pero sin lugar a dudas es una obra de arte repleta de contenido y emociones, con imágenes desconcertantes y formas sorprendentes.

Si tuviera que definir con una palabra la obra de Salvador Dalí, sería «impactante». No es posible pasar junto a uno de sus cuadros sin detenerse a observarlo.

El propio Dalí afirma sobre el uso de las imágenes dobles en su obra, que es «la representación de un objeto que, sin la menor modificación figurativa o anatómica, es al mismo tiempo la representación de otro sujeto absolutamente diferente».

 

Alegoría del invierno, de Remedios Varo

Al igual que ocurrió con otras muchas pintoras, la obra de Remedios Varo se vio eclipsada por el fenómeno Frida, gran artista a la que no tratamos de quitarle valor alguno. Pero quizá sí hayan quedado en un segundo plano grandes obras artísticas como Alegoría del invierno, un gouache sobre papel de 44 x 44 cm, que destaca por su gran originalidad logrando crear figuras surrealistas y casi mitológicas. En esta pintura nos invade el frío que, en grandes cubos de hielo, atrapa la naturaleza contenida en el cuadro, cual tela de araña congelada que hace de conexión entre el subconsciente y lo real. Es una mezcla de sueño, ficción y premonición.

Esta obra representa además el paso del tiempo en la naturaleza, cuya evolución impone en el cosmos una forma de orden, armonía y ritmo.

 

Oiseaux rouges (Pájaros rojos) de Max Erns

El artista descubre el procedimiento del frottage observando los nudos que se crean en la madera del suelo de la habitación de su hotel en la costa atlántica, en 1925. Así, frota suave y regularmente con un lápiz el papel posado sobre esta superficie y descubre las imágenes que aparecen en él. Pájaros rojos, óleo sobre lienzo de 50 x 61 cm, va un paso más allá en la metodología surrealista de Erns, descubriendo el grattage al raspar la pintura aún húmeda sobre el lienzo colocado sobre una superficie rugosa y rica en texturas (rocas, conchas, madera…). Los Pájaros Rojos son el resultado de esta interesante experimentación. Se trata de una obra abstracta en la que descubrimos diferentes texturas y colores que, mezclándose, dan formas a diferentes aves.

 

Kokyobustu (Propiedad pública), de Tetsuya Ishida

Toda la obra del solitario pintor japonés está basada en una oscura crítica del capitalismo . Sin lugar a dudas, sus pinturas están repletas de simbolismo, reflejando activamente la diferencia entre clases. Tetsuya Ishida pintaba de día y trabajaba como guardia de una imprenta al anochecer. En sus propias carnes sufría el nivel de explotación y alienación del salary man japonés.

Propiedad pública, acrílico sobre lienzo de 46 x 53 cm, es un claro reflejo de su obra en la que reconocemos elementos como la metamorfosis kafkiana, mezclando personas con objetos despojándolas así de toda humanidad, el representar individuos atrapados por estructuras que los superan o la repetición de una misma figura humana, como si de un patrón que carece de autonomía se tratase.

 

Privilegios deshidratados, de José Hernández Muñoz

José Hernández siempre ha sido catalogado como un pintor surrealista, y lo cierto es que su pintura guarda grandes similitudes con las obras de pintores como Dalí, Ernst o Buñuel y también podemos encontrar un tenebrismo que nos recuerda a Goya. Pero la realidad es que el estilo artístico de José Hernández es único, muy reconocible y fiel así mismo.

En Privilegios deshidratados, óleo sobre lienzo de 200 x 250 cm, podemos observar el mundo oscuro y tenebroso que caracteriza a muchas de sus pinturas, repleto de objetos metafóricos, descomposición, crítica a los excesos, poder abusivo y el deterioro social. Observamos personajes de pasado glorioso representados como monstruos decadentes, acompañados de animales con vejez arruinada, deformes y caducos, en un espacio lúgubre y siniestro.

 

Pintar es como golpear, de Equipo Crónica

Equipo Crónica estuvo formado por los artistas valencianos Manuel Valdés, Rafael Solbes y Juan Antonio Toledo. Su obra busca la figuración crítica mediante la estética pop.

Como ring de boxeo, en Pintar es como golpear tenemos el propio lienzo en el que se celebra este combate. En blanco y negro observamos dos figuras humanas que simbolizan la crítica al poder y la ambición estética, y en su conjunto una mezcla tensa de reivindicaciones sociales, ideología y arte. Acrílico sobre lienzo de 152 x 202 cm.

Se trata de una obra repleta de crítica social, con una vistosa y llamativa estética que no deja indiferente.

 

El sueño de las musas, de Eduardo Naranjo

Se trata de una obra enmarcada en un realismo fantástico, un recurso que, según asegura el artista, le sirve para dar veracidad al tema, conjugando con el mundo onírico, el de sus sueños. La pintura realista no abunda entre las obras contemporáneas más destacadas, pudiendo afirmar que hay cierto rechazo al realismo en la actualidad, pero nada tiene que ver el realismo de hoy con el histórico.

En El sueño de las musas, óleo sobre lienzo de 225 x 300 cm, podemos observar literalmente un sueño en el que los diferentes elementos que componen la escena, mezclan realidad y fantasía, en una pintura repleta de belleza estética y creatividad que te introduce en su mundo onírico desde el primer instante en el que la observas.

 

Arlequines, de Benjamín Palencia

Benjamín Palencia fue, posiblemente, uno de los artistas con mayor diversidad de estilos a lo largo de su carrera. En sus inicios deslumbró gracias al surrealismo, con formas zoomórficas y vegetales. Pasó a un estilo más cubista que fue clave en los esquemas de sus peculiares paisajes. Tras la guerra civil su arte fue más realista y más austero y finalmente desembocó en el llamado fauvismo ibérico. El artista albaceteño fundó su propia escuela en Madrid, conocida como la Escuela de Vallecas, y hoy gran parte de su obra se encuentra en el Museo Reina Sofía. Además fue el pintor de los poetas de la generación del 27.

En Arlequines (1928), podemos encontrar diferentes elementos artísticos que dan forma a una obra repleta de belleza y armonía, con tonos pastel. El autor tiene en su galería distintas pinturas (de distintas etapas artísticas) relacionadas con arlequines y el mundo del circo. Aunque sobresale en su obra la poética del paisaje castellano, que vino definida por la conocida como generación del 98.

 

Por Juanjo Pastor